
¿Cuándo se enteran en Europa, después de la expedición que han promovido los reyes católicos en 1492, de que han topado con tierras inesperadas, con comarcas jamás imaginadas? Una primera carta de Colón a Su Alteza, es decir, a una alta dignidad de la Corte, firmada en 15 de febrero de 1493 ofrece la respuesta. Escribe el Almirante a una de sus autoridades: ¨Señor, porque sé que habréis placer de la gran victoria que Nuestro Señor me ha dado en mi viaje, os escribo ésta, por la cual sabréis cómo en 33 días pasé de las islas de Canaria a las Indias con la armada que los ilustrísimos rey y reina nuestros señores me dieron, donde yo hallé muy muchas islas pobladas con gente sin número; y de ellas todas he tomado posesión por sus Altezas con pregón y bandera real muy extendida, y no me fue contradicho¨.
Preludia una dominación pacífica, debido a que nadie en 1493 se opone a su declaración de hegemonía, no en balde se consideraba como un enviado de Dios, pero es evidente que, así como todavía no sabía donde estaba parado, tampoco podía suponer la hostilidad que la presencia de sus huestes implicaría.