Aprobada por el papa Sixto V hacia finales de 1478, la Inquisición española inicia sus trabajos formalmente a partir de septiembre de 1480. Durante ese mes de septiembre, la reina Isabel de Castilla anuncia que ha designado al Maestro en Teología Miguel de Morillo y al Bachiller en Teología Juan de San Martín, para que pongan a funcionar el tribunal en Sevilla.

Van a contar con la colaboración de un promotor fiscal y de dos depositarios de las propiedades que se confisquen a los enjuiciados. El 25 de diciembre, los flamantes inquisidores anuncian su presencia mediante la celebración de una procesión solemne que recorre el centro de la ciudad.

Como Sevilla cuenta con un número importante de cristianos nuevos, el acto produce gran alarma y en breve conduce a una conspiración de propósitos violentos que será duramente reprimida.