
Si bien los venezolanos conocemos de arte y hemos dado luz a muchos renombrados artistas plásticos, es bueno recordarlos de vez en cuando y cómo su influjo europeo ayudó a construir nuestra cultura. Recordemos por ejemplo a Juan Pedro López (1724-1787), un insigne pintor del siglo XVIII nacido en Caracas cuyos padres fueron oriundos del harto conocido archipiélago de Canarias.
De hecho, el primogénito de José López González y de María Domínguez son ambos originarios de la isla de Tenerife. Más allá de esto, el que sería pintor de varias contribuciones para el retablo mayor de la Catedral de Caracas y el escultor de la Estatua de la Fe, que aún hasta el día de hoy corona la torre de este histórico templo, renovaba sus vínculos con la tierra de sus ancestros al contraer matrimonio en 1750 con Juana Antonia Delgado, quien había nacido en el tinerfeño pueblo de Tacoronte.
Fue este señor quien, a través de su talento innato para las artes plásticas, enriqueció la cultura venezolana con retablos alegóricos a los episodios legendarios de las vidas de los santos, y que hoy se encuentran en gran parte en el templo arriba mencionado. Cabe destacar además que tuvo una numerosa descendencia de doce hijos, todos de nacionalidad venezolana. Una de sus hijas, Ana Antonia (n. 1764), casó con Bartolomé de la Luz Bello y Bello, y fue la madre del gran polímata que fue Andrés Bello López.