
Acudimos ahora a la descripción de Luis Suárez, tomada de su Historia de los judíos (Ariel, Barcelona, 2003. Sobre el rey que le siguió a David dice lo siguiente: ¨Sabio por excelencia se considerará a Salomón entre los reyes de Israel. Llevó a término el proyecto de su padre de construir el Templo que complementaba la estructura urbana de Jerusalén y que, durante aproximadamente un milenio, hasta el año 70, presidiría con diversas vicisitudes la existencia misma de Israel. Para este edificio, que no era demasiado grande, se realizaron movilizaciones de mano de obra semejantes a las que fueron necesarias para las construcciones egipcias; y sin embargo todo él no era otra cosa que revestimiento arquitectónico para el Arca de la Alianza.
En la tradición hebrea el largo reinado de Salomón (c. 974-937 a. de C.) aparece con signos de grandeza, opulencia, acertadas decisiones y, también, como dimensión exagerada de poder sin que se apreciara la dócil sumisión que tuvo David ante Dios. Es seguro que toleró, incluso en la propia Jerusalén, cultos idolátricos que provocaron el descontento de los fieles yahveístas y son rememorados por los autores sagrados como factor desencadenante de la ruina que siguió¨.