El cronista Diego Muñoz Camargo, autor de una Historia de Tlaxcala que escribe en el siglo XVI, ofrece una respuesta digna de atención. Afirma: ¨No pensaron ni entendieron (los sorprendidos pobladores del lugar) sino que eran los dioses que habían bajado del cielo, y así con tan extraña novedad, voló la nueva por toda la tierra en poca o en mucha población.

Como quiera que fuese, al fin se supone la llegada de tan extraña y nueva gente; especialmente en México, donde era la cabeza de este imperio y monarquía¨. Entre las explicaciones sobre las posibilidades de control que el entorno americano ofrecía a los conquistadores, esta de Muñoz Camargo es susceptible de especial atención.

Seguramente destaque la principal de las reacciones que pudo producir la aparición de un grupo humano tan diverso y sorprendente. Un juicio ligado con la intervención del más allá, que tanto determinará la marcha de los sucesos posteriores, aun cuando la sociedad encontrada entienda finalmente que no esta lidiando con personajes del cielo, sino con un género humano que no formaba parte de su entendimiento del mundo.