Después de su primer viaje, Colón no regresó a puertos castellanos. Atracó en Portugal, sorpresivamente. El 9 de marzo de 1493 fue recibido por Juan II. El rey lusitano felicitó al viajero, pero después le dijo, según escribanías de la época: ¨Que entendía que en la Capitulación que había entre los Reyes Católicos y él, que aquella conquista le pertenecía, a lo cual respondió el Almirante que no había visto la Capitulación, ni sabía otra cosa sino que los Reyes le habían mandado que no fuese a la Mina ni en toda Guinea, y que así se había mandado a pregonar en todos los puertos del Andalucía antes que para el viaje partiese¨.

El monarca hacía alusión al Tratado de Alcazobas de 1479, el cual repartía el océano Atlántico entre España y Portugal. Lógicamente, si las relaciones entre ambos reinos se regían en gran parte por ese tratado, era de esperar que Portugal también quisiese expandirse a las nuevas tierras descubiertas. En ese interés surgido de la curiosidad de don Juan pueden rastrearse los orígenes de la influencia lusitana en la nueva América.