
La respuesta más extendida se encuentra en la Biblia. Era necesaria la edificación de un lugar para el enaltecimiento de Yahvé, debido a que todavía existían en la ciudad lugares de culto para dioses locales que recibían la adoración de sectores populares, pero David desistió del proyecto después de escuchar las palabras del profeta Natán. Según lo que se relata en el libro de Samuel, Natán le dijo al rey: ¨Mira, yo no he habitado en casa desde el día en que saqué de Egipto a los hijos de Israel hasta hoy, sino que he andado en una tienda, en un tabernáculo¨.
David aceptó con sumisión la palabra del respetado portavoz, y desistió de llevar a cabo la construcción de un espacio que, visto a través de una óptica política, parecía necesario para la legitimación del poder asentado en Jerusalén. La conducta hace que en la posteridad se considere al rey como paradigma de obediencia a la voluntad de Dios, pero también apuntala una interpretación que será fundamental para la conciencia religiosa del pueblo de Israel: es más importante el cumplimiento de la voluntad de Yahvé que hacer sacrificios en un templo. La obediencia a Yahvé no debe ser sustituida por la superficialidad o la majestad de las liturgias.