El Edito de Fe de 1519, que hemos comentado en anteriores fragmentos, termina señalando las penas que impondrá a los fieles que no colaboren en la denuncia de herejes, de conversos sospechosos de maldad. Veamos cómo se expresa: ¨Se tomarán medidas para dar y promulgar sentencia de excomunión contra vosotros; ordenamos que seáis excomulgados, anatematizados, maldecidos, segregados y separados como asociados del demonio, de la unión con y la inclusión en la Santa Madre Iglesia, y los sacramentos de la misma.

Y ordenamos a los vicarios, rectores, capellanes y sacristanes y a cualesquiera otras personas religiosas o eclesiásticas que consideren y traten a los antes citados como excomulgados y maldecidos por haber incurrido en la ira y la indignación de Dios Todopoderoso, y de la Gloriosa Virgen María, Su Madre, y de los apóstoles beatificados san Pedro y san Pablo y todos los santos de la Corte Celestial; y que sobre los rebeldes y desobedientes que oculten la verdad en relación con las cosas mencionadas, caigan todas las plagas y maldiciones que cayeron y descendieron sobre el Rey Faraón y su hueste por no haber obedecido los mandamientos divinos¨. ¿Quién se atreve entonces a desoír las solicitudes de vigilancia y persecución de judaizantes?