El Edicto de Fe de 1519, proclamado en Valencia y de obligatorio cumplimiento para los fieles de la jurisdicción, solicita especial atención a las costumbres de los vecinos en materia de enterramientos y oficios funerales. Era esencial, de acuerdo con los mandatos del severo documento la necesidad de denunciar a las personas que: ¨bañen los cuerpos de sus muertos y los entierren en suelo virgen, de acuerdo con la costumbre judía; y que invoquen a los demonios y les rindan el honor que le es debido a Dios¨.

Es evidente la relación que establece el inquisidor entre los hábitos de despedir y honrar a los difuntos y la influencia de Satanás, motivo de sobra para convertir a los vecindarios de la época en partícipes activos de averiguaciones y cacerías que podían tener graves consecuencias para personas conocidas del barrio, que no hacían mal a nadie si se tomaban el riesgo de salirse de las costumbres católicas ante el fin de la vida de sus familiares y sus amigos.