
Volvemos al Edicto de Fe de 1519, proclamado en Valencia, para ver ahora cómo ordena el Inquisidor la denuncia de detalles de la intimidad familiar que deben corregirse con rigor, como si se tratara de felonías contra el bien común. Es importante acusar ante el tribunal, según mandatos del Edicto, a: ¨aquellos que, cuando sus hijos les besan las manos, colocan las manos sobre las cabezas de los niños sin hacer la Señal de la Cruz; o que, después de comer o cenar, bendicen el vino y los pasan a todos los que se sientan a la mesa, bendición a la que llaman la ¨veraha¨.
En la época no se consideraban estas instigaciones al espionaje de la vida privada como un abuso, como una intromisión injustificada, sino como obligaciones de buen cristiano que serían premiadas por la Madre Iglesia