
La historia del México moderno, y también vale decir de la América toda, comenzó con el arribo español al nuevo continente a finales del siglo XV. A partir de esa fecha se desarrolló la conquista de todos los territorios indianos y su asimilación a la cultura hispana.
México fue el gran escenario para este proyecto tan trascendental, y lo que ocurriría allí tendría repercusiones y réplicas en el centro y sur de América. Tal muestra de la importancia de esta región, que no por nada sería el primer virreinato americano con el nombre de Nueva España, se evidencia en sus apellidos, porque dan cuenta de los orígenes peninsulares que, con adiciones y mixturas mayores y menores, continuaron a través del tiempo y el espacio.
Por eso, un genealogista que investigue el origen de los apellidos mexicanos sabe que debe remontarse a los tiempos de la conquista de América El ejemplo más claro de esto es el apellido Hernández, entre los más escuchados en el mundo latinoamericano. Éste es, de hecho, el apellido más común entre los mexicanos.
Y ello se debe a que, durante la evangelización en los primeros años de la Colonia, a muchos indígenas nativos se les colocó un mismo apellido para simplificar un proceso largo: Hernández.
El sufijo –ez provenía del español antiguo para “hijo de”, y se solía aplicar a los descendientes de grandes señores. Entonces, todos los novohispanos eran, de cierta forma, hijos de nada más y nada menos que Hernán Cortés, 1° Marqués del Valle de Oaxaca.