En el siglo XV comienza a circular en España una tendencia favorable a los conversos, u orientada a disminuir su discriminación, en la cual destaca don Álvaro de Palencia y el autor anónimo que no dejó de tener lectores entre las clases acomodadas.

Según este escrito, los conversos de Burgos y del Norte en general, observaban puntillosamente la religión cristiana y merecían reconocimiento por su devoción. Lo mismo opinaba de los conversos de Calahorra, Salamanca, Palencia, Osma, Zamora, Ávila, Cuenca y Sigüenza. Consideraba, en cambio, que disimulaban las relaciones con su antigua fe los nuevos bautizados de Toledo, Córdoba, Sevilla, Jaén y Badajoz.

Estamos ante un documento digno de consideración, debido a que advierte matices de importancia en una materia abrumada por los juicios genéricos y por unas condenas que, en la mayoría de los casos, no admitían apelación.