Volvemos al historiador Cecil Roth, para que ahora nos ofrezca su descripción de la tortura del agua practicada por el Santo Oficio, Dice así: ¨El prisionero era atado, casi desnudo, a una especie de caballete con travesaños de borde afilado, sujetándolo por medio de un fleje de hierro, la cabeza más baja que los pies, y las extremidades atadas con fuerza, dolorosamente, a los laterales.

Entonces le obligaban a abrir la boca y le metían una tira de lienzo en el gaznate, tras la cual le echaban agua de una jarra, obstruyendo la garganta y las ventanas de la nariz y provocando un estado de semiasfixia. Este proceso se repetía una y otra vez, y en ocasiones se usaban hasta ocho jarras. Mientras tanto, se apretaban cada vez más las cuerdas que ataban las extremidades de la víctima hasta que todas las venas de su cuerpo parecían a punto de reventar¨.