
Que la América toda es una creación de las potencias europeas de los siglos XVI y XVII es un hecho. Nadie lo puede poner en discusión ni puede atreverse a sugerir lo contrario. Sin embargo, por interés académico o por pura curiosidad, también cabe preguntarse cuál o cuáles de esas regiones fueron las que nutrieron más esos grupos expedicionarios que dieron forma al Nuevo Mundo.
Diversos estudios se han hecho al respecto, y por lo menos son mencionables dos casos reputados en América Latina. Los primeros tienen que ver con los canarios, quienes durante la colonización aportaron sus variaciones regionales de la cultura ibérica en todo el Caribe, manifestando trazas de su arquitectura, su música y su forma de hablar el español en las Antillas y sobre todo en Venezuela, a tal punto que a ésta se le conoce como «la octava isla de Canarias».
Por otro lado, los vascos se afincaron más en las tierras trasandinas, donde dotaron a la hoy nación chilena, de muchos de sus atributos distintivos. De hecho, Miguel de Unamuno dijo una vez que dos cosas «se le pueden atribuir al ingenio vasco: la Compañía de Jesús y la República de Chile».