
El 30 de julio de 1680 se lleva a cabo un gigantesco auto de fe en la Plaza Mayor de Madrid, con asistencia de la familia real y la compañía de cincuenta mil personas. Forman parte del cortejo de penitenciados ciento dieciocho herejes y la ceremonia se lleva a cabo durante catorce horas. Hace presencia pública por primera vez María Luisa de Orleans, prometida del rey Carlos II, quien enciende la hoguera con su propia mano.
La marquesa de Villars, dama de honor de la reina, trasmite sus sentimientos sobre el acontecimiento de la siguiente manera: ¨No tuve valor para estar presente en esta horrible ejecución de los judíos. Por lo que me han contado, fue un espectáculo horripilante.
Durante el período de juicio, sin embargo, fue necesario hacer acto de presencia desde el principio hasta el fin, a menos que una tuviera un certificado médico; pues, en caso contrario, a una la hubieran considerado una hereje. A decir verdad, la gente pensó muy mal de mí porque pareció que no disfrutaba del todo con lo que sucedía. Me resulta imposible describir las crueldades que se presenciaron en la muerte de estos pobres desgraciados¨.