
Como en Sevilla destaca una numerosa comunidad de conversos, conocidos en la ciudad y poseedores de cuantiosos bienes de fortuna, sucede un movimiento de rechazo a la Inquisición recién fundada. El movimiento conduce a sentencias severas. Dirige la trama don Diego de Susán , comerciante opulento, con el respaldo de don Pedro Fernández Benadeba, converso que ejercía como mayordomo de la iglesia de San Salvador y era tío de un canónigo.
Reúnen a un conjunto de cristianos nuevos, la mayoría influyentes, con el objeto de levantar a la población contra el amenazante tribunal. Acopian armas de fuego y comienzan a juntarse para conspirar, confiados en el apoyo de una ciudad que conoce de sus buenos procederes y de sus relaciones con personeros del gobierno.
Una delación los conduce a estrenar los calabozos de los inquisidores, hasta entonces vacíos, y a ser víctimas del primer auto de fe que sucede en el reino. El seis de febrero de 1481 son quemados seis de ellos, hombres y mujeres.
En una segunda hoguera don Diego de Susán es el protagonista principal, en medio de un gentío que presencia la muerte de quien había sido comerciante honrado y hombre leal a la fe que había abrazado. En los dos meses siguientes, de acuerdo con los archivos eclesiásticos, en medio de un furor incontenible de los inquisidores, 98 reos son condenados a cadena perpetua y 298 terminan sus días en la candela.