
En 1539, el conquistador español Sebastián Garcilaso de la Vega y Vargas y su esposa inca Isabel Chimpu Ocllo dieron luz en Cuzco a un niño al que llamaron Gómez Suárez de Figueroa, que luego de desarrollar sus dotes literarias se renombraría como el Inca Garcilaso de la Vega, una de las grandes luminarias de la producción artística de la América colonial.
Descendiente de Garci Pérez de Vargas, un famoso caballero castellano del siglo XIII, y bisnieto de Huayna Cápac, fue uno de los más destacados historiadores del otrora Virreinato del Perú que desarrolló gran parte de su formación humanista en los círculos de Sevilla y Córdoba, pasando a la inmortalidad por ser el autor de los Comentarios Reales de los Incas, en el que detalla la historia y la cultura del antiguo imperio amerindio. Dado su arraigo a las tierras americanas y su asimilación con la cultura europea, al Inca Garcilaso se le ha considerado por voces autorizadas como el primer mestizo en términos genéticos y culturales que engendraron España y América.
Así, es tenido como uno de los más grandes exponentes de los tesoros que el Viejo y el Nuevo Mundo fueron (y aún son) capaces de lograr juntos.