El arribo de Europa a América, más allá de ser un acontecimiento trascendental para el mundo conocido, fue un absoluto beneficio para los países de Europa que llegó como una sorpresa de la cual poco supieron de su conveniencia en un principio. Así por lo menos lo deja entrever una primera carta de Colón a Su Alteza, es decir, a una alta dignidad de la Corte, firmada en 15 de febrero de 1493: ¨Señor, porque sé que habréis placer de la gran victoria que Nuestro Señor me ha dado en mi viaje, os escribo ésta, por la cual sabréis cómo en 33 días pasé de las islas de Canaria a las Indias con la armada que los ilustrísimos rey y reina nuestros señores me dieron, donde yo hallé muy muchas islas pobladas con gente sin número; y de ellas todas he tomado posesión por sus Altezas con pregón y bandera real muy extendida, y no me fue contradicho¨

Preludia una dominación pacífica, debido a que nadie en 1493 se opone a su declaración de hegemonía. No en balde se consideraba como un enviado de Dios. Pero es evidente que todavía no sabía dónde estaba parado y que tampoco podía suponer la hostilidad que la presencia de sus huestes implicaría