
Durante la España de finales del siglo XV y ya bien entrado el XVI proliferaron una gran cantidad de místicos cuyas creencias llevaron a los custodios de la ortodoxia religiosa oficial a denunciar muchas ideas que propalaban, que debían considerarse como heréticas y denunciarse ante la Inquisición.
Entre ellas, según los manuales españoles, las siguientes: 1) el alma es perfecta y, en consecuencia, puede actuar con entera libertad para procurar su salvación; 2) como el alma es perfecta, está exenta de todo tipo de regulación; 3) la salvación del alma no depende de la devociones habituales de los cristianos, sino de la potencia propia de quien la tiene y cuida; 4) para salvar el alma solo hace falta la oración mental; 5) el uso de imágenes y de objetos como rosarios y reliquias de santos impiden toda esperanza de salvación.
Semejantes postulados conspiraban contra la autoridad constituida y contra normas canónicas, aparte de que se asemejaban a las divulgadas por los reformadores protestantes.
De allí su peligrosidad y su persecución.