
Los pobladores que hacia finales del siglo XV integraban las comunidades originarias del recién descubierto continente reaccionaron con cierto tono de religiosidad y exaltación hacia sus recién llegados visitantes. De hecho, el cronista Diego Muñoz Camargo afirmó en el siglo XV que: ¨No pensaron ni entendieron (los sorprendidos pobladores del lugar) sino que eran los dioses que habían bajado del cielo, y así con tan extraña novedad, voló la nueva por toda la tierra en poca o en mucha población.
Como quiera que fuese, al fin se supone la llegada de tan extraña y nueva gente; especialmente en México, donde era la cabeza de este imperio y monarquía¨. Esta especie de espíritu devocional es digno de tener presente, porque explica una de las principales herramientas por las cuales se sostuvieron los españoles para ampliar sus horizontes en el recién descubierto Nuevo Mundo y crear la América que hoy conocemos